Mis recuerdos y despedida de la La Casa de la Portera

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Qué más puedo añadir yo a todo lo que se ha dicho de esta maravillosa casa, portería, sala de teatro,… Como probablemente muchos sepan, Jose Martret y Alberto Puraenvidia crearon La Casa de la Portera porque tenían necesidad de trabajar, de crear. Se liaron la manta a la cabeza, y crearon La Casa en un piso en la frontera de Lavapiés y La Latina que había sido de todo, hasta piso-patera, y le dieron un cambio radical dejándolo en esta maravillosa casa con dos salones, taquilla y pasillos. Jose Martret quería montar el Ivanov de Chejov.

El invento resultó casi un éxito instantáneo. Recuerdo haber visto un par de tuits, algún artículo en algún blog y puede que alguna reseña en algún medio en internet. Creo que en algún momento salió la noticia de que Vargas Llosa lo había visto y le había encantado y ya aquéllo fue la locura. El boca-oreja de nuestros días, las redes sociales, hicieron todo lo demás.

Mi primera impresión fue, por supuesto, con Ivan-Off, después de mucho tiempo pegada al teléfono para internar conseguir entrar en la (larguísima) lista de espera que había ya para verla (¡y me estoy refiriendo al primer mes de inauguración de la casa!). Tenías que llevar la dirección bien aprendida, ya que la entrada es la de un edificio normal de vecinos y ni tan si quiera había en aquella época algo que les identificara en el interfono. Así que llamas, te abren sin preguntar y esperas que hayas ido a la dirección correcta. Por aquella época, antes de la incorporación de la encantadora Carmen Aragunde, José Martret estaba todavía más pluriempleado, si cabe, y le tocaba hacer de telefonista y portero/taquillero.

Y ese primer encuentro fue ya impactante. Creo que no había visto nunca Ivanov, una obra de juventud de Chejov, pero al entrar en la sala verde te encuentras con él, con Raúl Tejón, sentado, leyendo y respirando, a tan corta distancia que podrías pasarle las páginas. Porque en La Casa de la Portera no hay cuarta pared, ni primera, ni segunda, ni tercera. Y el público a veces hace de figurante, y hasta de invitado, y como tal nos puede caer un sandwichito, o un pepinillo, y te sumerges completamente en el mundo chejoviano/martretiano y se produce la suspensión de la realidad del puro teatro. Ivánov es un personaje sumido en una crisis en la mitad de su vida, en una encrucijada, un sufridor sin causa. Es una crisis destructora y destructiva, para sí mismo y para los demás, esos personajes que le rodean y que son su familia y amigos, su torturada, enamorada, y enferma mujer (Sabrina Praga), Doña Bárbara (Rocío Calvo) y Silvia Leyva (Maribel Luís), la rica viuda trepadora social y la esposa usurera de Carlos Leyva, interpretado por el maravilloso Germán Torres, el «honesto» médico de Roberto Correcher, y el amigo y primo de Ivanov, David González. Durante estos tres años y pico y no sé ni cuántos cientos de funciones que llevan ya, variando algunos de sus intérpretes, la obra no ha hecho más que ganar y ganar y, si no la han visto ya, más les vale pelearse por alguna de las cuatro funciones que quedan hasta el 21 de junio del The End de la Casa de la Portera.

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Y, aparte del puro teatro que es la experiencia de asistir como espectador a Ivan-Off, está la experiencia de entrar en el ambiente mágico de La Casa de la Portera, que ha hecho posible esos funciones «atmosféricas» a la que tantas referencias ha hecho José A Alba en su blog «En un Entreacto«, puro retro-pop kitsch fruto del talento de Alberto Puraenvidia, con esas lámparas como estalactitas en el pasillo, ese cuadro de la Duquesa de Alba, ese altar de la virgen con flores que ha funcionado de atrezzo en tantas obras, esos espejos, ese tic-tac, ese cuadro del desnudo con cabeza de perro, esas lámparas, ese teléfono antiguo…

Y luego está el inimitable ojo de José Martret como programador, que nos ha traído joyas a los teatrófilos ya consolidados, así como creado teatreros y teatrófilos de nuevo cuño. Creo que La Casa de la Portera ha contribuído como nada ni nadie a la creación de afición al teatro.

Todos mis recuerdos de esta casa son gratos, llegando casi del éxtasis de observar la danza/teatro de Cenizas de Chevi Muraday y Alberto Velasco con textos de Pablo Messiez y Guillem Clua, pasando por joyas inesperadas como Secundario, The Room, Periodo de reflexión, La vida en blanco, etc. así como las impactantes Ese recuerdo ya nadie te lo puede quitar, o Lo único que necesita una gran actriz es una gran obra y las ganas de triunfar, del colectivo de teatro mexicano Vaca 35.

Estos últimos meses en que ya sabíamos que iban a cerrar y en los que José Martret ha traído a la programación algunos de sus éxitos han servido para hacer algo de repaso de lo que ya habíamos visto, así como una «repesca» de lo que no pudimos ver en su momento.

Ahora empiezan las vacaciones, ese inolvidable Strindberg versionado y hecho suyo por Paco Bezerra en ese tándem artístico con Luís Luque que tantas alegrías nos ha dado, y seguirá dando, espero, a los teatreros. Inolvidables son los dos hijos desamparados, hambrientos de comida y, sobre todo, de amor interpretados por Raquel Pérez y Juan Codina, esa madre/madrastra, devoradora de sus hijos, de Lola Casamayor, y el marido de la hija/amante chulesco de la madre, interpretado de nuevo por Raúl Tejón.

Es un ponerse a recordar y no parar… Desde las inolvidables también «huerfanitas» de Miguel Albaladejo, interpretadas por el propio José Martret y Jorge Calvo, hasta el teatro social de Periodo de reflexión escrita por Sergio Martínez Vila y dirigida por Camilo Vásquez, pasando por Secundario, de Antonio Velasco, que iba a estar dos días a principios de un verano, y ahora ha vuelto a la Nave 73. Pasando por el teatro de terror, como Sagrado Corazón 45, de José Padilla, al teatro distópico en Safronia, del mismo autor junto con Juan Vinuesa y Antonio de Cos.

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Inolvidable también esa Cerda de Juan Mairena, una de las obras del off madrileño más longevas. Inolvidables esos sueños truncados originados por el robo de bebés, seres humanos robados de su identidad, vida, felicidad y hasta de corporeidad, en forma de comedia pop, surrealista e improbable, absurda y transcendente.

Inolvidables también Santi Martín y Bárbara Lennie dirigidos por Lautaro Perotti en ese Breve Ejercicio para sobrevivir, basado en textos de Tennessee Williams, como esos seres desgraciados que parece que viven en el dolor. O el horror social y hasta asco que genera el comportamiento de la Iglesia católica muy bien representado en la obra de Antonio Muñoz de MesaLa Visita, magníficamente interpretada por Rosa Mariscal e Iván Villanueva. 

En fin, que imposible de enumerar y tampoco es ése mi propósito, pero entre los actores que han pasado por sus salones, Bárbara Lennie, Asier Etxeandía, Jorge Calvo, Lola Casamayor, Tamar Novas, Inma Cuevas, José Luis Patiño, Raúl Prieto, etc. Por su puerta ha pasado un público tan especial como Vargas Llosa, Miguel del Arco, Nuria Espert, Verónica Forqué, Maribel Verdú, o Flotats, o críticos de teatro tan reconocidos como Rosana Torres, Javier Villán o Julio Bravo, y hasta el periódico británico ‘The Guardian’ les dedicó un reportaje, Spain´s microtheatres provide lifelines for actors as public subsidies dry out, además de figurar en guías de viaje como la Lonely Planet Spain. Nuestros dramaturgos y creadores de teatro más activos José Padilla, Paco Bezerra, Luis Luque, Carlos Be, con la turbadora Peceras o la comedia musical sobre la movida de los ochenta Elepé. La lista, en este aspecto, podría continuar con nombres tan talentosos como los de Antonio Rojano, Denise Despeyroux, Abel Zamora o Alberto Conejero.

Este pequeño homenaje no quiere ser exhaustivo porque no podría. Son tantas ya las funciones que he podido ver en esta casa que casi se ha convertido en la mía, y entiendo perfectamente la intención de José Martret de cerrarla manteniendo el nivelazo de programación que ha conservado durante estos tres años de existencia y teniendo, además, otra nueva casa de teatro, La Pensión de las Pulgas. Jose Martret ha seguido manteniéndose en su empeño y vocación de creador y, como se ha visto, lo ha seguido haciendo como actor y como director, además de Ivan-Off, con su MBIG, una versión situada en el mundo empresarial de Macbeth y, más recientemente, HG. La Reina de la Belleza, su versión de Hedda Gabler de Ibsen en el Teatro Principal de Mallorca. Imposible. Expreso desde aquí mi más humilde pero sentida admiración. Y solo decir que echaré mucho de menos su casa, mi casa, La Casa de la Portera.

IVÁN-OFF FOTO FAMILIA SEPTIEMBRE 2012

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