Iaia. Memoria histórica

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  • Fecha: 12 de Agosto
  • Hora: 21:00h

FICHA ARTÍSTICA

DIRECCIÓN: ALBA VALLDAURA
AYUDANTES DE DIRECCIÓN: Susana Bordeira, Jordi Dueso, Jazmín Olave
DIRECCIÓN TÉCNICA: Joan Grané
DISEÑO DE ILUMINACIÓN: Joan Grané
DISEÑO DE SONIDO: Arnau Vidal
ESCENOGRAFÍA: Alba Valldaura, Jordi Viñas
DISEÑO GRÁFICO: Jordi Viñas
FOTOGRAFÍAS: Xavier Buxeda, Marta Balaguer
PRODUCCIÓN: Xavier Buxeda, Jordi Dueso
REPARTO: Alba Valldaura

Por si antes no lo tenía claro, después de ver “Iaia, Memoria histórica” casi por pura casualidad y por el boca a boca efectivísimo en el que se ha convertido twitter, he comprobado que se puede hacer teatro político y social sin convertirlo en un meeting; sólo haciendo eso: teatro y puro teatro.

Y eso es lo que hace Alba Valldaura con esta obra Iaia, que ha escrito y dirige e interpreta, basada en su propia abuela, la yaya a la que hace referencia el título. Una escenografía mínima en la que nos encontramos, al entrar en la sala, con la actriz  sentada en una mecedora y vestida con una bata azul de las que tradicionalmente se utilizaba en el pasado más reciente para hacer las faenas del hogar, y por encima una rebeca de color claro. Completan un hilo de tender la ropa con alguna ropa colgada y una gran sábana blanca, y a la izquierda una mesa preparada para comer, con una radio.

Esa es la escenografía mínima con la que el público podrá recorrer con la imaginación casi un siglo de la historia reciente, tanto la personal de esta abuela como la del país, comprimidas en la hora y cuarto que dura la función.

Cuando se bajan las luces y empieza la representación, dejamos de ver a la joven actriz y vemos a una señora mayor, de más de 90 años, con sus manos artríticas y el cuerpo encogido, y los movimientos de la lengua propios de alguien que perdió su dentadura hace ya muchos años. La vemos hablar con un tal Oriol que suponemos que es el enfermero o cuidador en la que imaginamos que es la residencia en la que vive, haciéndole preguntas como cuándo vendrán sus nietos a visitarla, cuándo se come, y nos sitúan también en su soledad.

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Y así, con unas transiciones que para sí querría el mejor cine y ayudada por las diferentes músicas que van saliendo de la radio, nos situamos en diversos momentos de la vida de esta mujer de militancia republicana durante la guerra civil, su trabajo, el marido, los padres aragoneses, sus hijos, que se nos cuenta sin victimismo ni tremendismo, con los recursos infinitos del teatro.

Hay una escena preciosa en la que recrea recuerdos de su infancia con los tenedores, cuchillos, servilletas y una manzana a modo de títeres, que están sobre la mesa puesta para la comida de la anciana.

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La guerra civil comienza en la función con un discurso de Dolores Ibárruri, la Pasionaria, que realiza la actriz y  termina con el himno de Riego. Con la ropa del tendedero y anudándose los faldones de la bata a los muslos, la actriz se viste de miliciana y termina reproduciendo sucesos de la guerra haciendo una pantomima a base de juegos de sombras.

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Desde referencias a poesía, de Machado a Miguel Hernández, a canciones populares y a clásicos del cine como “Lo que el viento se llevó”. Inolvidable ese momentazo karaoke/cinematográfico “a Dios pongo por testigo…” en la que la voz de la “señorita Escarlata” sale por la boca de la actriz.

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La obra termina cuando la abuela vuelve aparecer teniendo un diálogo con la actriz, haciendo entender que lo más importante es que todo quede en la memoria colectiva.

Un gran teatro el de Alba Valldaura, esta actriz/escritora/directora que esperemos que tenga un largo recorrido por los escenarios, y que vuelva muy pronto por aquí.

Y muchas gracias también a la vibrante Nave 73, una nueva y valiente sala de teatro que nos está dando muchas alegrías a los teatreros.